Ahora que se acercan las primeras comuniones, es bueno que nos detengamos a realizar una pequeña catequesis sobre las disposiciones de la persona a la hora de recibir la comunión.
Ante todo, la persona debe saber lo que va a recibir: no es una galleta, ni un poquito de pan, aunque tenga la apariencia de ello. Es el mismo cuerpo y sangre de Jesucristo y, por ello, uno debe discernir bien lo que va a recibir. Por eso, se hace tanto hincapié en el asunto de ir con el alma limpia de cualquier pecado mortal. Comulgar con dudas nunca es bueno.
Otro asunto a tratar es el tema de la comunión en la mano. La Congregación para el Culto divino emitió una notificación acerca de la comunión en la mano el 3 de abril de 1985 (http://www.es.catholic.net/sacerdotes/222/298/articulo.php?id=5384) por la cual es lícito recibirla en la mano, siempre y cuando se siga lo que en esa notificación. No se puede obligar a la persona a recibir la comunión de una determinada forma (sea en la mano o en la boca)
Si es verdad que hay momentos puntuales en los cuales no es recomendable dar la comunión en la mano. Sobre todo en grandes concentraciones, debido a que no es posible observar lo que pueda suceder con la Sagrada Forma.
Siempre que se comulgue, se ha de decir "Amén" y nunca dar las gracias. Las Gracias se dan al Señor en el banco y en el silencio. Estamos en un momento de Dios, no en un evento social.
Por supuesto, se ha de comulgar delante del sacerdote o ministro. NUNCA llevarse la forma al banco, ni apartarse de la vista del que da la comunión. Siempre se ha de esperar a que se ponga la forma en la mano y NUNCA cogerla directamente de las manos y, mucho menos, de la patena.
Para más información, ponemos el enlace con la instrucción Redemptionis Sacramentum. El capítulo IV se refiere a las normas a seguir en la Sagrada Comunión:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_con_ccdds_doc_20040423_redemptionis-sacramentum_sp.html
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