Con gran alegría vivimos ayer la
ordenación de 16 nuevos presbíteros en la catedral de la Almudena. Pero este
año dicha ceremonia tenía un sentido muy especial para toda la parroquia
nuestra. Y es que Luisma, a quien hemos visto crecer, primero como seminarista
y después, desde hace un año como diácono, se ordenaba también.
Alegría es el título de esta
entrada, y es que ese es el sentimiento dominante hoy en nuestra parroquia:
alegría inmensa y santa.
La ceremonia fue preciosa. Al
cardenal no se le entendía nada cuando predicó (problemas de acústica). Pero durante
todo el acto, mi pensamiento era el siguiente: siete años de preparación en el
seminario más uno de introductorio, encaminados todos ellos a este momento. Y resulta
que este día no supone un final ni es un fin en sí mismo, sino un comienzo y un
medio para alcanzar la salvación propia y de muchos.
¡Muchas felicidades, Luisma!
¡Muchas felicidades, parroquia!
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