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martes, 24 de mayo de 2016

Amoris Laetitia I

La familia humana constituye la viva “imagen, reflejo” y
participación del Hogar divino.

Como se trata de un tema tan importante, vamos a tratar de clarificar en varias entradas, que iremos publicando en los próximos días, lo que nos dice la exhortación "Amoris Laetitia" acerca de la familia. 

Introducción: la familia, una bendición de Dios.

Con fecha 19 de marzo el Papa ha publicado este largo documento, fruto de la reflexión de la Iglesia llevada a cabo en los dos recientes Sínodos sobre la familia. Se enmarca dentro de la solicitud pastoral y de la enseñanza de la Iglesia.

Las fuentes más citadas, junto a la Sagrada Escritura y algunos textos de los santos padres (como san Agustín) y doctores de la Iglesia (como santo Tomás de Aquino), son el magisterio anterior, especialmente del Concilio Vaticano II y de los romanos pontífices, sobre todo Pablo VI (encíclica Humanae vitae), Juan Pablo II (exhortación Familiaris consortio, catequesis de la teología del cuerpo, etc.), Benedicto XVI (encíclica Deus caritas est) y el mismo Francisco (catequesis sobre la familia).

Se trata de un texto amplio, de 262 páginas y 325 números, en el formato presentado por la Santa Sede. Consta de una premisa y nueve capítulos: desde la enseñanza bíblica sobre el matrimonio, pasando por una mirada a nuestra cultura, para desarrollar cuestiones como el amor conyugal, el sentido de la pasión y de la sexualidad, la fecundidad, la comunicación, la educación, la espiritualidad o la atención eclesial a las familias.
En esta breve presentación se ofrecen algunos de los temas o conceptos fundamentales de este documento pontificio.

1. El “designio primordial”.

La revelación divina, contenida en las Sagradas Escrituras, interpretadas por la Iglesia, nos ofrece la verdad, la “realidad fundamental” del matrimonio, cuyo autor es el mismo Creador.

Dios mismo “es Familia” en la intimidad del eterno misterio de la Santísima Trinidad, Comunión de Amor. La familia humana constituye la viva “imagen, reflejo” y participación del Hogar divino. El matrimonio, la familia y los hijos constituyen una gran “bendición de Dios” (Salmo 128).

Así, el matrimonio es la “íntima comunidad de vida y amor conyugal exclusivo, fiel y fecundo”. De modo que los padres son “mediadores del amor del Creador”.

El mandato de la “honra familiar” sitúa a la familia en el centro de la construcción de la vida social, pues de ella nace el respeto, el reconocimiento y la promoción de cada persona humana.

2. El “evangelio de la familia”.

La redención de Cristo, el Esposo de la Iglesia, en la nueva y definitiva alianza, “recupera, purifica y lleva a plenitud la forma original del matrimonio”.

Cada matrimonio es “una parte de la historia de la salvación”, y realiza el “sueño de Dios”. Pues el amor de Dios a sus hijos pasa por la familia.


La sagrada familia de Nazaret se presenta como auténtico “icono y esplendor del amor pleno”, en el que todas las familias pueden encontrar el modelo y la intercesión que necesitan.

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