¿Qué pensaría el Señor cuando las gentes ponían los ramos verdes y los mantos a sus pies? Aquellos que le gritaban: "Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor", ponían sus esperanzas y convicciones en la figura de ese profeta galileo que había curado a tantos enfermos y expulsado demonios.
Sí. Allí estaba la esperanza de Israel. La esperanza de ver que el yugo romano iba a caer e Israel sería el centro de todo el mundo, donde se reunirían todas las naciones y darían culto al verdadero Dios. Esas eran las esperanzas de las personas que se habían concentrado para ver a Jesús de Nazaret.
Sin embargo, Jesús sabe que muchos van a quedar defraudados. Sabe que es un entusiasmo pasajero, porque el corazón del hombre es variable. Pero el de Dios, no: Dar la vida por el hombre es el sentido último de la existencia de Jesucristo. El sentido último de la Cruz.
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